Recorriendo las calles...

domingo, 13 de enero de 2008

Antes de hacer las maletas...

... quiero decirte "shiquilla". Casi nunca hablo de ti. En una ocasión, una persona me dijo que parecía que no tenía madre, porque los problemas y los enfrentamientos siempre los tenía con Papá. Tú siempre te mantenías ahí, a mi lado, callada, impasible, atenta, nunca has dicho una palabra que no debieras, que no viniera a cuento.

Como una roca has aguantado y aguantas todo lo que te echen. Tanto aguantas que a veces revientas. Pero es normal, no te preocupes mamá, que parecen más los disgustos que te doy que las alegrías. ¿No es así? Pero al final, esos grandes disgustos se olvidan, los olvidas y te quedas con los buenos. La vida se trata de eso, ¿no? de quedarse con los recuerdos y normalmente son más perennes los bonitos que los malos.

Que más quisiera, reina mía, decirte, y tener el valor de hacerlo a la cara, lo que te quiero, lo que me importas, aunque parezca que sólo me preocupo por mí, que así es muchas veces, la mayoría de las veces.

Aquellas ocasiones que antes de quedarme dormida me pongo a pensar en qué sería de mí si papá o tú no estuviérais, como es normal, siempre se sueltan lágrimas. La verdad es que imaginarse una vida sin vosotros, sin ti, es imposible hasta que no ocurra... Y a veces siento, estando tan lejos, que me pierdo cosas de ti y luego, cuando estoy, me las sigo perdiendo. Suerte que de pequeña, y al ser la mocosa de la familia, me llevábais a todos lados.

Recuerdo bajando las curvas de los Pirineos, subiendo aquel monte para ver el Tour de Francia. Recuerdo ese viaje a la Alberca y aquel a Salamanca comprando dedales en la Plaza Mayor. Recuerdo aquella excursión a Ronda con vuestra peña de los polvorones, o esa que fuimos ahí al laito, al teatro romano en Cádiz. Esos años del Rastrillo con tu delantal de Tutti Frutti o aquellos domingos en la Junta de los Ríos, mientras alguno de tus amigos contaban chistes alrededor de la barbacoa.

Pero sobre todo recuerdo cuando me cantabas el "mishi gatito" enredada en tus brazos, cuando me decías "rini", "chiquitirrini" para llamarme. O aquella vez que me pusiste una moneda de veinte duros en la frente porque me cai al entrar en el cuarto de Fernando en busca de un caballero del zodiaco en el baúl de mimbre; o esa en que Nando me dio un poco de tabasco, comencé a llorar de lo que picaba y ahí estabas tú, para darme una galleta y calmarme... Son tantos... y sin embargo, malos recuerdos, ahora, no recuerdo ninguno.

Por eso y mucho más, te doy las gracias, aunque ya sé que no hace falta, porque es tu obligación, al igual que mi obligación es quererte. Pero te las doy: gracias, gracias por aguantarme, por dármelo todo, por darme demasiado y perdona por ser tan caprichosa, tan irresponsable algunas veces y tan cabezota y fría otras.

Mami, otro más pal saco, pero ahí sigues, tan guapa y reluciente como siempre. Tan perfecta, tan impecable. Bon anniversaire mamá.

Fla.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

pan conejito.....
Mare no hay más que una...
y no solemos decirle lo que le queremos y lo agradecido que estamos lo que deberíamos...

little_gades dijo...

Y tanto niña, mamá es mamá y que no nos la quiten jamás que por muy fuertes, independientes que seamos, la que nos seca las lágrimas con el pañuelo es ella.

Un besazo Fla. La carné de gallina.

Anónimo dijo...

hola Flaaaaaa!!!!! realmente conmovedor, jejeje. los pelos de punta. muchos besos, ya hay ganas de que vuelvas.